miércoles, 13 de febrero de 2013

la jirafa de cuello corto


Cómo las jirafas tienen el cuello tan largo...

Érase una vez hace muchos, muchos años, antes de que las jirafas tuviesen el cuello largo; una jirafa de cuello corto que comía de las ramas de un árbol solitario en mitad de la sabana. Sólo había aquel arbolito, y éste era su único sustento. En una de las ramas vivían dos parajitos que acababan de ser papás, tenían un estupendo nido para sus crías y se sentían felices de haber encontrado aquel árbol solitario donde construir su hogar.
dibujo-árbol-solitario

La jirafa cada día iba comiendo, y poco a poco iba dejando al árbol con menos ramas, hasta que una mañana se acercó a comer a la rama donde moraba la familia de pájaros. Éstos la veían acercarse con temor, si la jirafa comía su rama se quedarían sin hogar:

- ¡Jirafita, jirafita!- le gritaron- ¡ten cuidado! Llevas días comiendo de este árbol, pero si sigues destruirás nuestra casa ¿qué va a ser de nuestras crías? Ellos aún no saben volar…

- ¡Oh!- se percató la jirafa- no me había dado cuenta, lo siento… comeré del resto de ramas y respetaré esta. Así conservaréis vuestro nido.

- Muchas gracias- exclamó el papá pajarito, mientas la mamá sonreía tranquilizada.

Y así fue, pero las ramas se iban agotando y la jirafa se dio cuenta de que algún día llegaría en que no le quedara nada más que aquella rama para comer. Y efectivamente ese día llegó, y los pajaritos alarmados exclamaban:

- ¡Jirafita! Nos quedaremos sin hogar, no tendremos dónde ir ¿qué va a ser de nosotros? nuestros hijos morirán, aún no saben volar; y nosotros también porque no podemos abandonarlos.

- ¿Qué puedo yo hacer? Tendré que comer o moriré también- replicó la jirafa- ya no queda ni una sola rama a mi alcance, y no hay más árboles en este lado de la sabana…

- ¡Oh! Come las de más arriba ¡por favor!

- Es imposible ¡no llego!…- se lamentaba.

La jirafa estaba muy apenada, no quería destruir el nido de aquella familia de amables pajaritos. “¿Qué puedo hacer?”- pensaba- y empezó a tratar de estirar el cuello lo más posible para llegar a las ramas más altas. Estiraba y estiraba con gran esfuerzo; al principio solo alcanzaba las puntitas de las hojas más bajas pero se dio cuenta que su cuello poco a poco iba dando de sí… y aunque no conseguía comer tanta cantidad como de costumbre, era suficiente como para respetar la ramita de los pájaros y ella poder alimentarse para sobrevivir. Cada día que pasaba estiraba un poquito más, y un poquito más su cuello. Los pajaritos estaban maravillados, de momento conservaban su hogar. Los más chiquititos iban creciendo al mismo ritmo que se alargaba el cuello de la jirafa, poco a poco. Los papás la miraban orgullosos:

- Muchas gracias jirafita, has respetado nuestro hogar, nuestros hijos crecen felices, ¡gracias!

La jirafa estaba contenta de su logro, se convirtió en una jirafa de cuello larguísimo, que llegaba hasta lo más alto del árbol. El verano llegó y los pájaros ya estaban listos para volar:

- Gracias amiga- dijeron los papás- ahora nuestros hijitos ya vuelan, las ramas brotarán otra vez en el árbol para que puedas comer. Nosotros tenemos que partir a otro país…

La jirafa se despidió mientras sonreía orgullosa… su esfuerzo salvó a la familia de los pájaros, y además su nuevo cuello le serviría para alcanzar para siempre hasta las ramas más altas de los árboles, así nunca temería por su alimentación.

Desde entonces fue que las jirafas tienen el cuello tan largo…

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

1 comentario:

  1. Muchas gracias, espero que llegue a los más pequeños de vuestro alrededor. A mi hija le encanta, se lo cuento desde que tenía dos años, por eso decidí compartirlo con todos. Ha sido la primera publicación de este blog y por supuesto le tengo un cariño especial. Saludos.

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