viernes, 1 de marzo de 2013

estrellas en un cajón

Tiempo de contar cuentos...

Erase una vez una niña que había empezado a ganar en el colegio estrellas por hacer trabajos espléndidos. Hasta entonces no prestaba mucha atención a las tareas que mandaba su profe, pero un lunes les pidió dibujar algo que les hubiera gustado de su fin de semana. La pequeña se acordó de lo bien que lo había pasado con su abuela echándole pan a los patos del pantano y se propuso dibujarlo con vivos colores, quedó tan bonito que se ganó la pegatina de oro, una estrella dorada que le colocó su profe en el dibujo, su primera estrella dorada que significaba que era el mejor trabajo de la clase.

Su fantástico dibujo recorrió el cole entero, y después lo enseñó a sus papis, ellos estaban muy orgullosos. La niña, ilusionada,decidió trabajar duro para ganarse todas las estrellas que tenía su profe ¡hasta gastarlas!, colgaría sus trabajos en su habitación para conseguir una constelación de estrellas en su pared.

Efectivamente se convirtió en una gran alumna, y cada día traía una estrella nueva que poner en su cuarto. Qué orgullosa estaba, y qué bonitos lucían sus trabajos.

Un viernes soleado la profe les explicó que el invierno se acababa y llegaría la primavera, saldría un sol radiante que llenaría de flores de colores los campos. Y les pidió que dibujaran la primavera.
-"Fantástico" - pensó la pequeña- "¡me encanta!"- pero lo mejor de todo era que ¡podrían dibujar con témperas y pinceles!

En seguida se puso a pintar todo lo que su profe les había recordado de la primavera: flores de colores sobre un verde intenso, un sol amarillo limón y un cielo violeta, y una flor rosa, un árbol dorado,... La profesora se acercó y pasó a su lado, con las estrellitas en el bolsillo, y sonrió:

-Te está quedando fenomenal- le dijo- ¡sólo falta un poco más de alegría!

La niña ya estaba viendo otro dibujo con estrellita en su pared… Pero le faltaba algo, era verdad, e intentó recordar cómo era la primavera… Se acordó del día en que su mami la llevo al campo y lo pasaron fenomenal, le había dicho su madre que había llegado la primavera y saldrían a ver las flores. Saltaron como locas entre un montón de amapolas y florecitas suaves, una luz intensa del sol radiante les cegaba los ojos, y corrieron por la pradera luminosa y se tumbaron sobre ella, dieron volteretas entre las flores... ¡Rieron mucho y fue genial! Tenía que poner eso en el dibujo, no sabía muy bien cómo:

-"A ver, a ver"- pensaba, y entonces comenzó a pasar el pincel por encima de la pintura fresca, arrastrando los colores.

– “¡Mejor así!”-se dijo emocionada, mientras se llevaba los colores por todo el papel, en espiral, en círculo, dando volteretas de colores por el dibujo. Era un vendaval de trazos, ¡era fantástico! Así fue su impresión de la primavera aquel día, las flores se fundían con el cielo violeta, el sol con los pájaros, el verde se mezclaba con el rojo de las amapolas...
-¡Qué bonito!- pensaba...

¡Quedó entusiasmada! Era una gran obra. Todos los colores mezclados, no quedaba ni un pequeño espacio en blanco en el papel. Entonces se acercó la profe a mirar como quedaba el dibujo y la sobresalto:

- ¡Pero bueno! ¿Qué es lo que haces? - le dijo con gesto enfadado- ¡te has vuelto loca! Has estropeado todo ¡ahora solo son borratajos!¡Como los de un bebé! ¡así no se dibuja!

La niña no entendía nada, se quedo callada y triste, ¡no eran borratajos! ¡Había quedado perfecto! Pero se quedó sin estrella aquel día, y se fue muy enfadada llevándose su dibujo. En cuanto llegó despegó todos sus trabajos con estrella de la pared de su cuarto y los metió furiosa en el ultimo cajón del mueble, después colocó sus "borratajos", su cuadro de la primavera, en la pared desnuda y pensó: ¡no volveré a pintar nada! ¡No quiero más estúpidas estrellas! Miró el cuadro otra vez y pensó que era genial, era como mirar la primavera... Como aquel día que mamá la llevó a jugar al campo. Y aquella noche cuando se acostó sintió por primera vez en su vida que no tenía ganas de ir al cole al día siguiente "¡vaya rollo!" Y se durmió un poco disgustada.

 En mitad de la noche una luz la despertó, algo iluminaba el cuarto, pero las luces estaban apagadas... se fijó en aquellos destellos, ¿de dónde venían? ¡venían del cajón! del último cajón donde había guardado sus premiados dibujos ¡eran las estrellas! Brillaban dentro del cajón y su luz iluminaba el cuarto ¿qué estaba pasando? La estarían llamando, quizá estaban deseando salir para iluminar el cuadro de la primavera que colgaba de la pared. Las estrellas estaban indignadas, sí eso era,  porque las había encerrado en el cajón, ellas querían lucirse en sus trabajos, para eso estaban... La niña seguía pensando porqué la profe no le había puesto una a aquel dibujo, todos los demás dibujos de la primavera de los otros niños eran iguales, unas flores por aquí, un solecito por allá, pero aquel representaba ala primavera como ninguno, ¡su primavera!

A la niña se le ocurrió algo, corrió a sacar las estrellas del cajón, eran un tesoro muy preciado, las despegó de sus trabajos ganadores y las pegó en su dibujo preferido, que se las merecía todas. Las estrellas sabían que ese era su lugar, y su dibujo de borratajos primaverales quedó espléndido... Al fin y al cabo las estrellas eran suyas, las había ganado, así que podía hacer con ellas lo que quisiera. Luego colgó el resto de dibujos alrededor de su favorito, "tampoco están mal"- pensó-"pero el del centro es especial, es mi primavera".

Se acostó de nuevo, bajo la luz de su firmamento particular, y se sintió contenta. Haber ganado tantas estrellas había sido genial, pero aún mejor fue conseguir dibujar su feliz día en el campo con mamá porque cada vez que lo mirara se acordaría de lo bien que lo pasaron.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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